viernes, 2 de noviembre de 2012

Amsterdam

No teníamos nada pensado para el finde pasado, hasta que Andrea, que vive en Amsterdam, nos dijo que tenía la casa libre (una pedazo de casa en la que está de "Au pair").

El finde no pintaba demasiado bien porque algunas de nuestras amigas estaban de viajecillo por Budapest. Sin embargo, la cosa se animó el viernes con los preparativos de nuestro finde en Amsterdam y una tarde lluviosa de viernes con risas y buena compañía.
Fuimos a Pangaea, la asociación de estudiantes de la KU Leuven (la universidad de Lovaina). Esta asociación organiza viajes, fiestas, eventos... y además tiene un bar donde pasar las tardes con estudiantes de todo el mundo. Pagando 5 euros te dan una tarjeta para todo el año, con la que tienes descuentos en los viajes, cervezas en las fiestas, etc y café gratis en el bar de Pangaea siempre que quieras. Ya sabemos dónde vamos a pasar las tardes de invierno con un buen café calentito. (La palabra GRATIS nos vuelve locas! con tanta suerte de que en dutch se escribe igual). Por la noche, nos pusimos las botas en la resi, con unas fajitas riquísimas y unas cuantas cervezas. Sin pasarse, que al día siguiente había que madrugar.

Lo del viaje a Amsterdam no nos lo pensamos dos veces, miramos los trenes y el sábado al punto de la mañana nos plantamos en la estación de Lovaina con nuestras maletas, destino Holanda.


Unos amigos nos habían contado que podíamos ir a un "free tour" por Amsterdam, con el que podríamos conocer mejor la ciudad. Esta empresa se encarga de hacer tours por diferentes ciudades de manera más barata que lo habitual. Ellos no ponen un precio fijo, sino que son los turistas los que valoramos su trabajo al final del tour. Tú te plantas en el sitio concretado y ellos hacen diferentes grupos, teniendo en cuenta el idioma.


Nosotras lo teníamos claro, a la 1 y 15 de la tarde, en el monumento nacional. Y bueno, quien dice 1:15 dice 1:30 para nosotras...
Entre que el tren iba con retraso y que tuvimos que parar a comprar algo de comer, hicimos un poco tarde.
Aparecimos en la plaza indicada, con nuestras bolsitas del sandwich y las maletas en la mano. Allí claramente vimos varios grupos dispuestos a hacer el tour.


Nuestra sorpresa fue cuando al acercarnos a uno de los grupos, la guía nos gritó: -¡Pero chicaaaaaaaaaaaas! ¿Dónde vais con las maletaaaaas? Que el tour son 3 horas y media andandoooooo!. Esto habría sido una simple gracia si todos los que estaban allí hubiesen sido guiris, pero no! Media Lovaina estaba en el grupito y nuestras caras enrojecían cuando todos se giraban para ver quienes eran semejantes espabiladas. Qué suerte la nuestra... Haciendo la gracia nada más llegar, y teniendo que contar nuestra vida a la gente conocida (si... hemos quedado con una amiga, no teníamos donde dejar las maletas, bla bla...)
En definitiva, después de semejante vergüenza, decidimos abanadonar la misión y dejar el tour para el domingo.
Comimos al sol acompañadas de nuestras maletas, y con el estómago lleno y todo planeado para quedar con Andrea por la tarde, volvimos a la estación para dejar nuestras maletas en las taquillas.

Ahí sí que empezó verdaderamente nuestro finde por Amsterdam, con un café en una mano y la cámara de fotos en la otra.
Amsterdam nos enamoró a primera vista! Nos encantaron sus canales, las calles, las casas, el mercado de las flores, todo el ambiente en general. :)


Nos pasamos todo el día pateando y haciendo mil fotos, hasta que el frío pudo con nosotras y decidimos ir a Harlem, una pequeña ciudad al lado de Amsterdam, donde vive nuestra amiga.
Allí nos estaba esperando junto con un amigo para ir a cenar. Y sí, la cena estuvo muy bien, pizza y un vino con el que nos emocionamos demasiado pidiendo dos botellas, porque el precio de la cena no nos gustó tanto, clavazo!!
No sabemos muy bien si fue el vino o es que no tenemos demasiada experiencia con esto de las bicis... Pero cuando salimos del restaurante y fuimos a coger nuestras bicis para volver a casa, dos en cada bici, tuvimos un pequeño problemilla. Aquí las mendas, montadas en una bici estupenda, no hicimos más que subirnos, darle a los pedales y dirigirnos como si como si no hubiera final al primer escaparate a la vista. Gritábamos y nos moríamos de la risa, pero es que la bici, ¡¡no tenía frenos!! y PUM! Contra el escaparate, como era de esperar. Empezamos a gritar que la bici no tenía frenos, que alguien los había robado, Andrea nos llamaba borrachas tan alegremente y el chico holandés simplemente flipaba.
Al ver todas las bicis, vimos que muchas no tenían frenos, y seguíamos con la copla de ¡nos han robao los frenos!
Andrea, toda indignada, sufría porque la bici no era suya, sino de uno de los hijos de la familia. Estábamos tan anonadadas con el robo que ni siquiera miramos al chico holandés, que trataba de decirnos algo. Él, que debe estar más acostumbrado a este tipo de bicis, debía de pensar que estábamos locas, porque tan tranquilo nos mostró cómo se frenaban estas bicis "sin frenos",  y es que tienen un  mecanismo con el que puedes frenar con los pedales.
Nuestras caras eran un poema, éramos las más paletas del lugar.
Así que dejamos al holandés con su bici-freno-pedal y nosotras cogimos la normalita, la de toda la vida, que es lo que nos va.

Una vez en casa, sanos y salvos, Andrea nos dio un mini concierto a la guitarra y unas canciones tipical spanish para amenizar la velada. Y después a dormir, que el domingo sí que sí, había que ir al tour!

El domingo desayunamos al más puro estilo belga. Tostadas, speculoos, café, pan... y vuelta a Amsterdam!

Esta vez sí, llegamos al tour y comenzamos la visita por la ciudad, con un grupo de españoles y sudamericanos.
Gracias a la guía, una chica española muy simpática, conocimos muchas cosas curiosas y nos quedamos encantadas con todo lo que podemos encontrar en Amsterdam!

IAMsterdam ♥


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